14 Feb ni Cupido, ni Tinder, ni Máscaras
Hace 18 años, el psicólogo Arthur Aron consiguió que dos extraños se enamoraran en su laboratorio con 36 preguntas.
Bajo el hechizo de Cupido, Daniel Arrow quiso probarlo. Localizó el test en Google y recreó el escenario en Tinder. Chateando con Helen Heart, Daniel encontró al fin una idea original para la primera cita.
Se encontarían en el Museo Correr de la Piazza di San Marco. Cada uno llevaría puesta una máscara veneciana y el cuestionario contestado. En silencio, se intercambiarían las respuestas.
Una vez leídas, se quitarían las máscaras y se mirarían fijamente a los ojos durante 4 minutos, tal y como proponía el experimento. Así lo acordaron y así lo hicieron.